Cuanto éste teatro se queda vacío salgo de mi escondite como siempre
ha sío y rebusco y rebusco entre sus bambalinas pá coger las cositas que aquí
con los nervios la gente se olvida. Y poquito a poquito cojo tó lo que veo, y
poquito a poquito ya tengo un museo.
Cuando éste teatro se queda vacío voy al Patio Butacas como siempre ha
sío porque las noches allí nunca tienen desperdicio me revuelco en su alfombra
y me paso las horas contemplando el Paraíso.
Cuando el teatro se queda vacío es cuando siento que es mío.
Y se mueven y aparecen por tos laos, unos duendes mu traviesos y
descaraos del color de sus cortinas, su telón para andar camuflaos, del color
de sus ladrillos, sus ladrillos coloraos.
Cuando éste teatro se queda vacío y pienso en mi amada siento escalofrío,
me siento en sus ventanales y mirando las estrellas echo de menos sus besos y
recuerdo las noches que he pasao junto a ella.
Cuando el teatro se queda vacío es cuando siento que es mío.
Y se mueven y aparecen por tos laos, unos duendes mu traviesos y
descaraos del color de sus cortinas, su telón para andar camuflaos, del color
de sus ladrillos, sus ladrillos coloraos.
Y colorao, porque en Cádiz lo rojo es colorao. Más de un siglo aquí
escondíos y apalancaos imagina la de secretos que hemos guardao pá poner a más
de uno colorao.
El tratro tiene vida, el teatro ha despertao y lo habitan unos duendes…
shh…
Unos duendes coloraos.
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