A mí no me importa tu nombre, igual que a ti no te importaban
los nombres de todos los hombres, aquellos que tú asesinabas.
Tan solo sé que en este trance
en que por un cáncer
ves venir la muerte,
tú pediste salir de la cárcel
manteniendo que no te arrepientes.
Sin pedir perdón
el español, la democracia a ti te brinda el honor
cabrón, de morir en tu casa.
Ni en el final de tu vida,
ni si quiera en tu huelga de hambre
asesino cobarde quisiste dejar ya tu lucha maldita.
No, ni tampoco el final de tu vida,
se cambio tu sonrisa en la cara
por unas palabras
para esa familia que la necesita.
Puede que las transfusiones
que los doctores te colocaran,
quizás era sangre de españoles,
la sangre que tu despreciabas.
No me alegro de tu muerte, ni de tu suerte, ni tu tragedia,
pero esta copla hoy te recuerda,
te vas a ir sin que tus ojos vean la independencia.
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