Nervioso abrí
el cajón de la mesa de noche
Y me puse unas gafas y una gorra azul.
Saqué de mi
ropero una camisa hawaiana,
Un pantalón
cortito de colores de mil rayas,
La cámara de
fotos con un flash sin luz.
Vestido de
turista fui por San Francisco,
Llegando a
San Juan de Dios vi ese coche de caballos.
Por señas
dije al cochero que no hablaba castellano.
Y que me
enseñara Cádiz en toda su inmensidad, salimos a pasear.
¡Ay! Con qué
gracia me dijo “fíjese usted estas son las murallas,
Las de San
Carlos.
¡Ay!
Alameda, Parque Genovés y en esta curva agárrate al carro”.
Y me enseñó la Caleta dormida
atardeciendo,
El Faro, un
Balneario envejeciendo.
De seguidita
entramos en Catedral, y le dije “Cochero, qué maravilla.
No te
enfades conmigo soy de la Viña.
Dale al
carro rienda suelta o es que no te has dado cuenta
Y por lo que
tú más quieras no te vayas a parar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario