A ti que a nadie hiciste
caso que tú bebiendo eres
un fiera.
“Tranqui, que no pasa
ná o es que tú no sabes ya
Que yo controlo en
carretera”.
No te paró ni tan
siquiera tu mujer,
“Déjame que vamos a
tener tu y yo un problema
Que sólo son dos
cervecitas y eso a mi no me marea”.
Y te marchaste
desafiando al mal y al bien,
No comprendistes, imbécil,
y al volante dabas fe
Y testimonio que el
alcohol es un demonio que te puede poseer.
Un demonio para
aquellos que jamás te
conocieron
Que en la curva no
esperaban esa embestida de
acero,
Ese asesino sin
frenos.
Un demonio para
aquellos que contigo se cruzaron,
Inocentes que su vida con tu resaca cargaron,
Y otros que ni la contaron.
Hay quién perdió la
cabeza,
Hay quién desde
entonces ya no tiene vida,
Hay quién quedó con
secuelas
Y quién se libró y
perdió a su familia.
Mientras tú en casa
tranquilo,
Respiras el aire que a
otros robaste,
Y vives la vida que a
otros quitaste al volante.
Siempre habrá alguien
que sueñe con verte
Con los dos pies por,
Con los dos pies por
delante.
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