En su residencia de ancianos
Manolo suele contar
Que lo injusto le
persigue,
Comparando al que allí
reside igual que en un penal.
Ellos no tienen tercer
grado por bien que se hayan portado
Y saben que de allí
nunca saldrán con esperanzas de vida.
A él lo metió su familia
porque ya estorbaba y le cuesta un dinero,
Mientras que otros fueron condenaos por ser
delincuentes
Y encima le dan un
sueldo.
Ellos no trapichean con
drogas ni pueden comprar carceleros.
Ellos solo saben esperar
que un día Dios los llamara
Sin que nadie vigile sus
sueños y sus miedos.
No tienen derecho a quejarse
ni tampoco a amotinarse
Porque son sólo unos
viejos.
Nunca cometió un delito,
ni lo juzgaron los jueces,
Pero tuvo mala suerte.
En una cárcel de oro lo
metieron los que tanto le quisieron
Y, así es la vida.
Condenaito a la muerte,
¡Ay! Hasta la muerte.
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