No soy hombre de
oraciones ni de plegarias,
Y no hay dioses para
mí que los que uno ve.
Pero conozco tu ley
revolucionaria
¡Ay! Jesús de Nazaret.
No soy hombre de
oraciones ni de plegarias,
Solo creo en las
personas igual que tú.
Tú que si al mundo
volvieras, y a tus fieles
conociera
Puede ser que
prefirieras la muerte en cruz.
Los que viven en tu
casa y son los devotos de tu
nombre,
Ponen coronas de
espinas
Al amor que germina
entre dos hombres.
Y van poniendo freno a
la libertad,
Con el látigo de la santidad y le clavan al que
pueda dudar
Una lanza en el
costao.
Se agarran al poder
que les da un lugar
Y se lavan las manos
con falsedad.
Como te explicaste,
como te entendieron
Que la misma historia,
ocurrió de nuevo
Y por treinta puercas
monedas,
Por treinta puercas
monedas
Te delataron y te
vendieron.
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